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TÉ GALÉS EN LA PATAGONIA
Allá por 1885, un contingente de cincuenta familias galesas llegadas desde la región costera de la provincia de Chubut,en la Patagonia argentina ocuparon uno de los valles más pintorescos y fértiles de la zona cordillerana, y continuaron así con uno de sus objetivos propuestos al abandonar su Gales natal en 1865: preservar sus tradiciones, su idioma y su religión.
El principal atractivo de esta pintoresca zona son sus casas de té. Miles de visitantes llegan cada año, solamente para meterse por un día en las costumbres galesas y degustar a fondo todas las exquisiteces que ofrecen estos baluartes de la tradición europea. Allí el turista puede tomarse su tiempo, mientras paladea el té, prueba la clásica torta negra, panes y scons todos de manufactura casera, y degusta deliciosos dulces elaborados con frutos y hierbas de la región. También puede disfrutar de la decoración delicada y típica de estas casas.
Sólo la solidaridad y buenas relaciones entabladas los las tribus tehuelches que poblaban la región permitieron sobrevivir a aquél núcleo de pioneros. Pero aún en los peores momentos, siempre hubo una taza de té y un trozo de pan casero. De hecho, las primeras palabras que los tehuelches aprendieron fuera de su idioma (y mucho antes que les fuera impuesto el castellano), fueron "te" y "bara" ("pan" en galés).
A falta de una justicia instituida oficialmente, los galeses tenían en sus pastorees y ancianos de la comunidad severos árbitros, y en su capacidad y costumbre de debate un acendrado ejercicio de la participación comunitaria en los temas de interés. Concluido el oficio, religioso, las familias se reunían en el salón contiguo a la capilla, denominado "vestry". Allí compartían las tortas, panes, tartas y dulces caseros elaborados por cada una y bebían el té mientras intercambiaban las últimas novedades en materias de nacimientos, fallecimientos, noviazgos y bodas.
De aquellos momentos, las actuales generaciones de galeses en Chubut heredaron las mejores tradiciones: el té, que complementado con exquisitas tartas, se ofrece hoy como un atractivo más para el visitante, y la ya tradicional torta negra que merece también un capítulo aparte.