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UN POEMA PARA EL TÉ
Arcadio Ortega es un poeta granadino que en su obra LA HORA DEL TÉ nos deleita con un poema dedicado al oro verde.
EL TÉ
La tarde, la ocasión. Las aspidistras
circundando la fuente,
acompañando,
creando un bosque insomne de hojas verdiagudas
que rebrillan las sombras en la humedad del patio.
Un surtidor, altivo y lúdico,
derrama los efluvios de luz que desde el cielo
filtra la claraboya donde el gris se diluye.
Suena en francés la música y el barman
nos sirve un té muy noble, aguado y en su punto.
sólo silencio y paz se percibe inconsciente
donde el aire acelera la tormenta anunciada.
Tú llegas presurosa
para decir amor con la sonrisa clara,
así, sin condiciones, levemente,
y ahí un latir de estrellas pavorosas y humildes
que juegan a comparsas.
Me aseguro que está la eternidad en los ojos,
tu cuerpo,
mi presencia y la noche.
Puede morir la tarde, ya no importa.
y entonces bebo el té diluido en sus oros
como si fuera el día del principio de entonces.